‘Siete Cueros’: la quesera que se niega a caer tras el temblor en Santa Cecilia, Cundinamarca.

Cuando Carolina Cruz llegó a la entrada del pueblo, ya sabía que algo andaba mal. Lo que no imaginaba era ver su negocio —la quesera ‘Siete Cueros’— reducido a escombros, como si los dos pisos de aquella casa blanca con techo azul jamás hubieran existido. Apenas habían pasado unas horas desde el temblor que sacudió a Paratebueno aquel domingo 8 de junio, y frente a ella estaba el silencio brutal de la pérdida.

Dos semanas después del caos desatado, esta empresa se levantó entre los escombros y se rehúsa a dejarse caer por completo. Ahora venden sus productos sobre la vía principal, que ya tiene el paso abierto a los viajeros, para seguir a flote.

La quesería donde trabaja la familia Espinosa Cruz se volvió viral por un contenido que publicó Paula Forero Cruz, la hija mayor de Carolina, el pasado 15 de junio en redes sociales. En el video, invita a los colombianos que viajen a que paren en la vía nacional que pasa por Santa Cecilia y “se lleven un pedacito de esperanza y apoyen un renacer”.

‘Siete Cueros’ es un negocio impulsado por Carolina Cruz Botero y su esposo Yimer Forero desde hace ocho años. Mantenerlo hacía parte de su día a día. El trabajo de todas las semanas había logrado que la quesera fuera una de las más reconocidas en la zona.

El momento cero:

En el momento del temblor más fuerte, que se registró el domingo 8 de junio a las 8:00 a. m. no estaban en el negocio. Pero ambos pasaron momentos de terror por su lado, sin saber con la escena que se encontrarían en su negocio.

“Fue aterrador, ver la quesería en el piso, uno queda en shock”, relata Carolina, la primera del matrimonio que vio cómo había quedado el negocio. “Es algo que simplemente no se puede creer”.

Carolina estaba en casa con sus dos hijas menores de edad, preparando el desayuno para toda su familia. Las tres mujeres esperaban pacientemente a Yimer quien, como todos los días, había ido hasta una loma de la zona en carro para recoger la leche con la que producen el queso.

La mujer recuerda que quien primero sintió el movimiento telúrico fue su hija de 15 años. “¡Mamá, está temblando!”, antes de ese grito, Carolina no había sentido nada, pero ese anuncio dio rienda suelta a la sensación de vaivén.

“La casa se movía de un lado a otro y nosotras no teníamos equilibrio”, recuerda.

A unos kilómetros, su esposo sintió el sismo en plena vía, junto a un barranco. Tuvo miedo de caer en algún momento al abismo por la fuerza con la que se movía la tierra.

Los movimientos no cesaron sino hasta 15 minutos después, cuenta Carolina. En el pueblo nunca habían sentido un temblor tan fuerte y largo hasta ese día. Pero cuando todo se calmó, pudo volver a su hogar y encontró una escena desoladora. “La casa estaba hecha un desastre. Las ollas del desayuno se habían regado todas. Todo estaba en el piso: el ventilador, el televisor. Los armarios y las camas quedaron al revés”.

Lo que había en casa era un preludio a lo que vería en la quesera. En medio del shock, Carolina recordó a la chica que les ayuda con la venta en la quesería: Natalia. Rápidamente se fue hasta la entrada del pueblo, donde quedaba el negocio. En el camino iba con la idea de que sólo encontraría a la mujer asustada.

Nada podría haberla preparado para ver cómo había quedado la empresa a la que le había dado todo su esfuerzo durante años. La estructura estaba completamente en el piso, como si fuera de un nivel, cuando ella conocía esos dos pisos de memoria. Todo estaba perdido.

Natalia corrió con suerte, aunque estaba hecha todo un manojo de nervios cuando Carolina la encontró. En el momento del sismo, la joven estaba atendiendo a dos ciclistas que pasaban por la zona y quería probar el famoso queso siete cueros. En un acto de supervivencia e intuición, los tres salieron del negocio como pudieron entre el bamboleo.

Fueron sus ojos los que vieron cómo el esfuerzo de la familia Espinosa Cruz se caía ante ellos. La fortuna de estar vivos e ilesos fue opacada por el impacto de ser testigos de esa imagen, de haber estado hace pocos minutos dentro de una estructura que quedó reducida a escombros.

La pareja de emprendedores por fin pudo encontrarse después de angustiantes horas de no tener contacto, pues la luz en Paratebueno y Santa Cecilia se había ido por completo. Una vez juntos, Carolina le dio la mala noticia de la quesería a Yimer. Él, sin poder digerir lo que le contaba su esposa fue a comprobarlo con sus propios ojos para contemplar la destrucción.

Recoger los pedazos y continuar Después de eso, vinieron dos días de shock y desorientación dentro de la familia, mientras cambiaban de rutina y realidad. De dormir en la frescura de una casa con ventilador, pasaron a pernoctar con más personas de Santa Celia en carpas. Su desayuno cambió de hora, porque ahora todos en la inspección comen lo mismo a la misma hora por la olla comunitaria. 

La vía que comunicaba a Santa Cecilia quedó prácticamente rota y fue cerrada, así que nadie podía moverse del lugar.

La leche que recogió Yimer el domingo tuvo que ser usada para hacer cuajada. La pareja se sentía maniatada, pues todos los equipos con los que hacían queso se habían perdido con el derrumbe de la estructura. No tenían absolutamente nada.

No fue sino hasta el cuarto día que salieron del limbo y consiguieron prestados un mesón y una paila. Volvieron a recolectar la leche y reiniciaron el proceso en medio de la tragedia.

“No es como antes, que vendíamos de todo. Hasta ahora sólo vendemos nuestro queso siete cueros. Lo hacemos en una finca y lo traemos hasta la quesería”, explicó Carolina en la entrevista.

Ahora la quesería es una carpa y un mesón de metal sencillos que montaron a la orilla de la vía, donde una vez estuvo su negocio. Los escombros fueron recogidos y hoy sólo queda un letrero grande que pregona el nombre del negocio que quiere resistir. Aunque, en unos días, el negocio estará en una casita improvisada que construyeron para seguir con la venta.

La espera paciente de muchas familias:

La familia de Carolina y Yimer, como muchas otras de la inspección de Santa Cecilia y otros municipios, esperan pacientemente a que la Gobernación de Cundinamarca terminen las obras. De acuerdo con la institución, de las 290 viviendas que tienen los cinco centros poblados de Paratebueno y Medina, se han visitado 186 que tienen afectaciones. Se estima que el 85 por ciento deben reconstruirse.

Carolina, desde la resiliencia le da un mensaje a los colombianos: “Tengan solidaridad. Valoren lo que tienen. En estos momentos es donde uno se da cuenta que realmente uno tiene que valorar todo. Sobre todo a la familia”.

Acerca de Tito Marino Rodriguez González

Ver todas las entradas de Tito Marino Rodriguez González →